No pasará Francisco Franco a la historia por su elocuencia. Los que vivimos aquello de “habla su excelencia el Jefe del Estado” y a continuación recibíamos una perorata, por parte del invicto caudillo, donde aparecían de manera casi ininteligible palabras de uso común como “contubernio”, alguna “generosa derrama” y lo de la “reserva espiritual de Occidente”, por no citar esas expresiones que ningún comentario de texto son capaces de discernir: “unidad de destino en lo universal”… Pero sí que, de vez en cuando, nos llegaba alguna cosa como aquel “atado y bien atado”.
¿Y cómo puede venir a la memoria algo así? Los recovecos de la memoria humana y los estímulos son misteriosos, recuerden a Marcel Proust y su magdalena. Pues bien, la semana pasada escribí sobre lo que representaba un campo de concentración en Europa. Al poco, los deportados fueron devueltos a Italia por decisión de un tribunal, que contravino los deseos de la extrema derecha de Meloni.
No soy experto en el devenir de la justicia italiana, pero sospecho que tras la ejecución de Mussolini en Milán y el desmantelamiento del estado fascista, una institución como la Justicia debió tener su correspondiente purga y, de alguna manera el rechazo a las prácticas autoritarias debió de llegar a los colegios profesionales.
En España todo estaba atado y bien atado. No hubo purga, se pasó del TOP (Tribunal de Orden Público), a la aplicación de leyes democráticas. Pero… ¡ay la mentalidad! Eso es lento de transformar, por no decir un tema, no de decenas, sino de centenares de años.
Una parte de la judicatura sigue fiel a sus orígenes y ha recibido el mensaje: “el que pueda hacer que haga”, o lo que es lo mismo “que no se desate el nudo”. Vienen a la mente rápidamente los casos que todos conocemos, pero voy a añadir uno, el del catedrático de Literatura de la Universidad de Alicante, Juan Antonio Ríos Carratalá, procesado en la Audiencia de Cádiz. Su presunto delito, haber investigado sobre la represión que se llevó a cabo sobre Miguel Hernández. El hijo de Antonio Luis Baena Tocón, que fue secretario instructor del proceso por el que el poeta fue juzgado y condenado a muerte, ha interpuesto una demanda por vulneración al derecho al honor de su padre y no sólo a él sino a la universidad, periodistas y archiveros… Ya veremos qué sucede con ellos.
Cada cual que saque sus conclusiones. Algunos jueces ya han sacado las suyas.