Casualidad o no, iba a dedicar las próximas semanas a escribir sobre lo que llamo la “desmemoria histórica”, cosa que haré ahora con más motivo.
Digo esto porque PP y VOX en Valencia han derogado la ley de Memoria Histórica de su comunidad. Y Castilla y León, con los mismos protagonistas, está en ello. A no tardar, aparecerán Extremadura y Andalucía. La cosa la llaman “ley de concordia” y hablan de consensuar, es decir: adoptar una decisión de común acuerdo entre dos o más partes… ¡Qué bonito! Voy a ir al médico y voy a consensuar con él el diagnóstico y el tratamiento… Absurdo ¿verdad? De acuerdo con el consenso de historiadores en un simposio, después de debatir y dialogar tras investigar fuentes fiables. Claro que se puede consensuar, se llama explicar Historia. Y claro que se puede hablar de concordia: la ley de memoria la menciona varias veces. Y la concordia se produce cuando el relato histórico es científico y nadie trata de torcerlo torticeramente por sus intereses. ¿Y con quién hay que consensuar? Con pseudohistoriadores que han decidido que es más rentable mentir y arrimar el ascua a su sardina, publicistas metidos a autoridad absoluta en historia contemporánea o a los que ellos consideran buenos historiadores, que son los que siguen contando la historia de España como el que transmite un legado eterno e imperecedero, a mayor gloria de la patria.
Seamos claros y meridianos: concordia es que la izquierda acepte de una vez que es fruto de un error y que la derecha ganó la guerra y sigue recogiendo los frutos de la victoria. Y en cuanto al consenso, pues más de lo mismo: yo reconozco que me puse bravo y tú que cometiste tantos errores y desmanes que no tuve más remedio que castigarte. Consenso es borrar versos de Miguel Hernández, destruir placas de líderes de izquierda a martillazos, retornar calles a personas y símbolos del bando vencedor o artículos vergonzantes en la prensa afín, haciéndolos pasar por estudios históricos. Y concordia es aceptar de una vez que has de ocupar el lugar que te toca, porque nosotros nacimos para mandar.
Tres momentos señalan a su manera la República, la Guerra Civil y, para ellos, la no dictadura de Franco. Dicen en algún lugar que no hay que calificar los regímenes, pero sí señalan el republicano como el origen de todos los males en un causa efecto, arremetiendo contra la que llaman violencia del Frente Popular. La guerra, claro está, fue consecuencia de esa violencia de izquierdas para que después llegara la paz que condujo a la democracia. No he escuchado mayor estupidez que decir que la guerra empezó en 1934 por lo de Asturias. ¿Y condenas a la dictadura? No hace falta, va implícita, dicen los perpetradores del dislate. Y se quedan tan anchos ¿Y quieren concordia? Asuman que el PSOE fue un partido criminal que perseguía monjas, argumento histórico científicamente demostrado donde los haya.
En breve propondrán en sus libros de texto que la Reconquista fue la primera lucha contra el Islam, que continúa pidiendo mano dura en las fronteras. Ya lo dijo el gran historiador Aznar en aquellas vergonzantes clases en USA: España estuvo ocho siglos luchando contra los moros, adelantándose al choque de civilizaciones. Que la Hispanidad es la mayor gesta que vieron los tiempos. Que los valores de España se concentran en los últimos de Filipinas. Y que cuando el rojo extranjerizante y ateo vino a perturbar la paz de la reserva espiritual de occidente, los buenos españoles henchidos de fe y patriotismo, conscientes del legado recibido, salieron a defenderla. Es más, les propongo el título, “Arriba España”, ahí va todo implícito.
