Inicié este año con nuevos propósitos. Algo que los seres humanos solemos hacer cuando de fechas señaladas se trata… “A partir de hoy” … Luego ya sabemos lo que pasa. Pero me puse a pensar en qué podía empeñarme durante unos días, y oye, quién sabe, igual le cojo gusto y persevero.
El gimnasio, no. Estar en una cinta viendo la pared o envidiando a cualquiera que se pone por allí luciendo músculo, mejor andar y ver. Más barato y enriquecedor visualmente. Dejar de fumar, tampoco, no por nada, es que nunca lo he hecho. Dejar de beber, qué quieren que les diga, soy ocasional y si la ocasión es un buen vino, lo siento, peco (la Iglesia lo bendice, con buen criterio). Leer un montón de cosas que tengo por ahí, podría ser, pero hace mucho que me di cuenta de las limitaciones del ser humano en cuanto a la velocidad de lectura y comprensión, así que seguro algunos caerán, pero con mesura. Incluso si no me gustan cuando los comience, los dejaré. Aprenderé inglés, aunque, la verdad, he llegado hasta aquí solo con lenguas latinas, así que, a estas alturas, meterme en un tinglado me parece innecesario.
Poca cosa queda. Pero pensé en una curiosa. Ya que esto de la política me motiva, decidí tratar de comprender al contrario desde parámetros racionales, sin ponerme nervioso, procurando no calentar la boca (grande Rubianes) o la mano. Ponerme en la mirada del otro para comprender sus razones e, incluso, asumir lo que de bueno y razonable puedan aportar, incluso asumiendo que pueden tener razón en algunas cosas.
Y así comencé el día 1, decidido a hacer borrón y cuenta nueva con la derecha española. Día 2, me puse a cimentar mi nuevo propósito. La rueda de prensa de Feijóo, el mensaje de Ayuso de fin de año y los de todos sus presidentes autonómicos, incluido el ínclito Mazón, Gamarra glosando las virtudes de este último, Tellado y sus comentarios sobre celebrar el cincuentenario de la muerte de Franco, la denuncia a Lalachus por lo de la vaquita del Grand Prix con escándalo de obispos incluido, jueces tergiversando declaraciones y buscando debajo de las piedras, los de Vox y sus concordias y violencias intrafamiliares, Puigdemont asomando por donde puede… Incluso me puse a mirar prensa de derechas para una mejor comprensión de ese mundo… Y Trump y su grupo de millonarios a las puertas.
Día 3…. Se acabó el propósito. Duraron menos que el gimnasio, el inglés o lo de fumar, si lo hubiera hecho alguna vez en mi vida… Lo que más siento es el tiempo perdido con el grupito y el cabreo monumental escuchándolos, y no pongo más por lo del calentamiento porque estos sí que no han hecho enmienda, son de traca o de aurora boreal.
Finalizo con lo de la vaquita y Lalachus. Puesta a parir en medios y redes de la fachosfera, decir nada más que lo de adelgazar consiste en ponerse y se consigue, aunque no es obligatorio, y hablo con conocimiento de causa. Lo de ser idiota es incurable e irreversible y, cuanto más se practica, más idiota se es.
Feliz año