Los fascistas han vuelto a salir a las calles, esta vez en Milán. La parafernalia habitual: en formación, con antorchas, uniforme (por lo menos iban del mismo color) y por supuesto gritos de ritual y brazo en alto. Imágenes que nos retrotraen unos cuantos años, pero que demuestran que el antídoto aplicado tras el año 1945, está perdiendo su efecto. Sólo unos cuantos de historia y algunos que saben de que va la cuestión están avisando de lo que puede venir. Y aunque ya he dicho muchas veces que mi formación intelectual y académica me impide creer en historias cíclicas y demás zarandajas místicas, lo cierto es que rima y que los avisos que la historia va dejando por el camino muchas veces se ignoran.
Viene esto a colación de todo lo que estamos viviendo. Tras el amago de Pedro Sánchez, parece que el progresismo español de nuevo se convierte en el ariete europeo contra el totalitarismo. Gran Bretaña ha barrido al conservadurismo en las municipales y lo ha dejado en tercer lugar; Gaza se convierte en aquel panorama de inacción de la Sociedad de Naciones que tanto mal hizo a España en el 36 y, por supuesto, la amenaza de la extrema derecha en las europeas es real. Pero una de las cosas más preocupantes es que la candidata de la derecha europea, Úsula von der Leyen, esté dispuesta a aliarse con la extrema derecha. Una alianza que salió como salió en los años 30. Por un lado, los conservadores se vieron superados y engullidos por la bestia. Y por otro, el mundo pagó las consecuencias. Úrsula, Úrsula, pregúntale a tu jefa Ángela Merkel qué opina. O a lo mejor es que ese tema de historia de Alemania te lo perdiste.
El fatalismo en estos casos es tan inconsistente como el optimismo. No sabemos qué pasará. Podemos establecer variables pero no certezas, eso sólo sucede en la historia y aún así hay quien las discute. Lo cierto es que el pasado es indestructible y el de Europa de sobras conocido. Esa misma Europa que le ha dado en las narices a las leyes de “concordia” de la extrema derecha española que en lenta digestión engulle al conservadurismo, si es que alguna vez lo fue, español. De esto hablaré otro día. Ahora lo que me pregunto es sí las lógicas parlamentarias en Europa empujan a esa alianza derecha/derecha extrema ¿qué dirán de estas mismas leyes? Y es que,ç esconder o cambiar el pasado les encanta.