Muchas veces he escrito aquí sobre las señales de la historia. Ante estas, ese relativismo producido por la condescendencia democrática por la que todas las opiniones son respetables o cualquier cuestión es justificable por las circunstancias, son una estupidez. Ni toda opinión es respetable, ni las cosas son buenas y malas a la vez.
Sátrapas y millonarios se están haciendo con el control del planeta. Y se comportan como lo que son. ¿Eso justifica lo que hacen? Es que son así, es su forma de entender el mundo… Es el mal. Pero el mal existe y lo estamos viendo. Lo vemos en Gaza, lo vemos retransmitido desde el despacho oval de la Casa Blanca, la enésima versión de lo que pasó el día de la dana. Uno tiene la idea de que la política está para que la vida de la comunidad sea lo mejor posible. Y cuando no es así, ya no es política. Será otra cosa que no sé cómo llamarla, pero política no.
Las señales nos dicen cómo han terminado las cosas cuando tipos de esos gremios se han hecho con el poder, y la cosa no ha sido agradable y por eso llegaron donde llegaron y ha habido que hacer otra cosa. Porque si lo hubieran hecho bien en cuanto a mejorar la vida de sus ciudadanos y ciudadanas, no hablaríamos de sátrapas y millonarios, sino de políticos, y seguiríamos en la línea ¿para qué cambiar?
Si alguien quiere ver las señales, ahí las tiene y verá que ni todas las opiniones son respetables y las cosas no son relativas. Pero es lo que, con saludos nazis incluidos, se está imponiendo. La política ha desaparecido de los lugares en los que debe estar, pero ha sido sustituida por otra cosa…
¿Os habéis percatado de que nunca llamamos políticos a Hitler, Stalin o Franco?