Llegó el 18 de agosto y, desgraciadamente como cada año, conmemoramos el asesinato de Federico García Lorca. El mundo de la cultura, las entidades memorialistas y muchos más recordamos el episodio de la muerte del poeta en los primeros días de la Guerra Civil, tras ser detenido en Granada. Y, como todo el mundo sabe, porque los historiadores buenos lo han explicado hasta la saciedad, conocemos el minuto a minuto de lo sucedido pero no el lugar donde reposa el cadáver, nunca encontrado, como el de tantos otros que aún están en las cunetas. El barranco de Víznar guarda el secreto.
La diputación de Granada organiza actos cada año para recordar a uno de sus hijos más famosos. Pues bien, este año, la institución en manos del PP, se ha descolgado con una obra de teatro. Podían haber representado cualquiera del maestro pero claro, algo chirría en cada una ellas que parece no gustar al “señorito”. En primer lugar, la propia condición personal y política de García Lorca y después esas estampas andaluzas que retrataban muchas cosas.
La obra es “Federico, en carne viva”, de José Moreno Arenas, publicada en 2022 por la propia Diputación… No entro ni salgo en cuestiones teatrales, ni en las profundidades de describir la personalidad oculta, etc. Cada uno es muy libre de escribir lo que quiera y el resto de leerlo o verlo, como es mi caso. Así que como historiador que soy me voy a las fuentes. Y la descripción de los hechos, según la prensa, es el de un personaje que conversa con Margarita Xirgu de teatro. Muy bien. Que está frustrado porque no consigue que un personaje, “El rubio de Albacete”, ceda a sus encantos. Que se arrepiente de haber escrito “La casa de Bernarda Alba” y que finalmente se tira a un pozo gritando “No me busquéis”…
Quizás en cualquier otro día del año, pero precisamente la noche del asesinato, en Granada y con la Diputación sonriente… blanco y en botella. Porque uno es libre de interpretar lo que quiera y yo creo que esto ni es casualidad, ni es inocente. Comunica que algo queda y seguro que alguno se cree o empieza a decir por ahí (los idiotas se manejan bien en redes), que Lorca se suicidó, para acabar diciendo que aún vive con Elvis, Kennedy y Marylin en una isla y que todo lo de la muerte es un montaje de los rojos.
La historia es indestructible. A Lorca le dieron “el paseo” unos asesinos miembros de una sublevación militar que tenía como objetivo el exterminio del contrario. “Café, mucho café”, dijo el general Queipo de Llano ordenando la ejecución, mientras pedía violar a todas las rojas y no hacer prisioneros en sus alocuciones radiofónicas.
Lorca no paseaba por el campo y de repente vio un pozo y se tiró. Lo de Kennedy no fue un ataque de mosquitos tejanos y lo de Julio César unas palmaditas en la espalda, invitándole a irse.
Lo de la Memoria Histórica y la derecha española es agua y aceite. Cuando sale el tema, hablan de la guerra del abuelo y dejarlo estar… Menos mal. Blanco y en botella.
