No es solo porque el federalista Salvador Illa sea Presidente de la Generalitat, y porque desde hace 10 días yo tenga el honor de trabajar en su Gobierno como Secretario de Asuntos Económicos y Fondos Europeos, con la Consejera de Economía y Finanzas Alicia Romero. Es porque se ha puesto de moda el federalismo. Ya sea para defender el pacto entre PSC y ERC o para atacarlo.
Durante los años del Procés, la batalla por mantener vivos los principios y los valores del federalismo fue dura y desigual. El documental Federal (un film muy digno, dirigido por Albert Solé), que promovimos mediante micromecenazgo desde Federalistes d’Esquerres, recibió muchos menos apoyos públicos y privados que los documentales independentistas. Si todos los que ahora reivindican el federalismo hubieran contribuido…
Contra lo que se decía en aquella época, el federalismo era una pantalla que nunca se fue. Hoy desde ERC (en su documento “Por una financiación singular”, el que llevaron a la negociación) hasta los aledaños del PP, pasando por los que se fueron del PSC mirando con condescendencia a los federalistas que nos quedábamos, e incluso los guerristas, reivindican los principios del federalismo. Algunos por oposición al confederalismo, otros por oposición al unitarismo.
La España plurinacional (o la Nación de Naciones) y el federalismo no son conceptos antagónicos. Las palabras tienen su contexto, y en la historia de las ideas políticas, estos conceptos quedaron para siempre asociados en la obra de Anselmo Carretero, principal (aunque no único) exponente del federalismo en el PSOE, y persona que influyó mucho a Pasqual Maragall (y a sus padres), como explicará pronto Txema Castiella en un importante texto en el que está trabajando.
Entrar en la Generalitat es entrar en un ejercicio de federalismo aplicado, y no solo por lo que vayamos a hacer nosotros, sino por lo que ya se hace. Una de mis labores es supervisar e impulsar los fondos europeos (entre otros, los Next Generation) en Cataluña. Todo lo que ya se hace en este terreno, a pesar de cierta retórica, es ya un ejercicio de gobierno compartido (del que vamos a aprender mucho) entre la Unión Europea, el gobierno español y la Generalitat.
Y no hay una discontinuidad entre la evolución federal española y la europea. Los orígenes son distintos (un estado unitario en España y unos estados soberanos en Europa), pero el destino es el mismo, ya desde el presente actual: compartir soberanía, y dar pasos prácticos en esta dirección.
La evolución federal está en marcha, pero no ha hecho más que empezar.