Lo he citado alguna vez, pero vale la pena repetirlo. En esa obra que hay que leer, “El 18 brumario de Luis Bonaparte” de Marx, el autor alemán escribe que la historia se repite dos veces, una como tragedia y otra como farsa. Esto viene a colación del anuncio de Bob Pop de su posible candidatura a la alcaldía de Barcelona por los Comunes.
Nada que decir a la trayectoria profesional del personaje, solo faltaría. Pero permítanme que exprese unos pensamientos en voz alta, porque en sus primeras declaraciones identifico el “adanismo” que nos acompañó durante los mandatos de Ada Colau. Porque siempre he tenido la sensación de que las cosas existen desde que existen ellos. Ya sé que una sensación no demuestra nada, pero ir durante años al homenaje a Salvador Allende sin verla jamás, ni a ella ni a sus seguidores, hasta que ganó a la alcaldía y se plantó allí a llorar. No sé. O los homenajes a la República en Nou Barris, que comenzaron con los alcaldes y regidores socialistas, pero que fueron los de Barcelona en Comú, en un curioso viaje en el tiempo, los que los promovieron y ampararon.
Y este adanismo unido al buenismo aparece en el hipotético candidato.
¿Alguien puede decir una aportación de Ada Colau a Barcelona? Alguno dirá que sí, pero me temo que habría que buscar mucho. En términos marxistas, una tragedia porque consiguió paralizar Barcelona, ya ralentizada por el derechista gobierno anterior de Trias. Y ahora Bob Pop se declara seguidor de Colau, es decir, más de lo mismo. Y, en términos marxistas, la farsa. Porque me temo que de nuevo el adanismo asoma, la creencia de que Barcelona es una alcaldía como otras de menor tamaño donde el titular se pasea dando ejemplo de buenismo y pensando que todo el mundo sabe de todo y que cualquier idea surgida de algún lugar, seguros que las hay, es mucho mejor que las de los equipos municipales, una maquinaria que no se detiene y que mantiene en marcha la ciudad además de proyectarla al futuro.
Cualquiera puede querer ser el alcalde de su ciudad, pero también ha de saber lo que se tienen entre manos, las inmensas posibilidades de una institución con la alcaldía de Barcelona y que con adanismo no se va a ninguna parte porque más allá de buenas intenciones, posturas populistas y folclóricas manifestaciones, hay que gestionar el día a día de una ciudad donde viven muchas personas. Y digo esto porque al final lo que se deteriora es la institución y si esto pasa, ya tenemos el caldo de cultivo para que otro populismo se aproveche de ello. ¿Alguien se ha preguntado alguna vez por qué al auge de estos grupos populistas que dicen ser de izquierdas le siguió inmediatamente el de extrema derecha? En próximas tribunas hablaremos de ello.




