Titulo este artículo con la expresión que Hannah Arendt -a la que siempre hay que volver- utilizó para describir la actitud y personalidad de Adolf Eichmann, Obersturmbannführer, de la Sección IVB4 de la Oficina Central de Seguridad del Reich, durante el régimen nazi. La politóloga y filósofa fue enviada a cubrir el juicio por crímenes de guerra y contra la humanidad, por cuenta de la revista The New Yorker.
Durante el proceso se dio cuenta que, más allá del rimbombante cargo, lo que había era una persona que había renunciado a pensar y que lo único que había hecho era obedecer las leyes y el orden establecido en Alemania. Hacer el bien es distinguir lo justo de lo injusto. Hay que pensar, para hacer el mal hay que renunciar a ese pensar y obedecer ciegamente. Y lo más grave, añadía Arendt, era que existen muchas personas como él, no porque fueran sádicos o asesinos, sino porque son “terroríficamente normales”.
Y ese “terroríficamente normales” es lo que se puede aplicar a la aprobación de lo que las comunidades autónomas de derechas llaman leyes de concordia. Porque esa es la actitud: normalizar que la causa de la guerra civil fue la violencia permitida por la República y no el golpe de estado; que, por lo tanto, no se trató de una guerra civil sino de un conflicto consecuencia de hechos anteriores que comenzaron en 1931 y que la dictadura de Franco no se ha de nombrar como tal, porque “está implícito”. Una revisión de la Historia de España contemporánea de la peor calaña, aplaudida y defendida por las huestes de la derecha y aceptada acríticamente por quienes escuchan y leen los medios que jalean este gran avance. Gente “terroríficamente normal”. La misma que grita “que te vote Txapote” o “me gusta la fruta”, que acepta las sombras de sospecha que se quieren extender sin pruebas y sin vergüenza, que les dicen que ETA existe y que España camina hacia la dictadura comunista. Lo dicen los papeles y los de la tele y, además, esa jungla llamada redes. Personas “terroríficamente normales”.
El vicepresidente valenciano, el torero y consejero de cultura Vicente Barrera, militante de VOX, al presentar la ley dijo que la guerra fue fruto de la violencia del Frente Popular desde 1931. Alguien le dijo que el Frente Popular fue cosa de febrero de 36, a lo que de larga cambiada respondió: “No estamos para dar una clase de historia”, además de justificarse en expertos… Todos terroríficamente normales.