Las mujeres ocupan el 23% de los parlamentos mundiales, dos plazas de cada diez. En España, el 20% de las alcaldías están ocupadas por mujeres, nuevamente dos de cada diez. Podemos afirmar, sin duda, que en la representación política nacional y mundial existe un sesgo de género, pero nos equivocaríamos si hiciéramos un análisis circunscrito a la política. Las mujeres ocupan el 34,5% de los puestos de los consejos de administración en el IBEX 35, tres de cada diez. Y si hablamos de los Nobel, sólo el 6% tienen nombre femenino, 0,6 de cada diez. El techo de cristal nos afecta a todas, en todos los ámbitos, en todos los lugares.
Los datos muestran que las mujeres no están representadas en igual proporción que los hombres. No es cuestión de mérito y capacidad, sino de obstáculos y discriminaciones estructurales. Por eso, leyes como la que aprobó el pasado jueves la Cámara Baja, la Ley de representación paritaria y presencia equilibrada de mujeres y hombres, son necesarias para cambiar una realidad que además de tozuda es profundamente discriminatoria para las mujeres.
Pero no todos los partidos votaron a favor de que mujeres y hombres estemos representados de manera paritaria en los espacios de decisión. PP, VOX y UPN votaron en contra. En contra que las mujeres tengan una representación de al menos el 40% en órganos constitucionales, organizaciones sociales (sindicatos o colegios profesionales), o equipos directivos de instituciones, así como en los consejos de administración de las grandes empresas. En contra de las listas cremallera, en contra de la paridad en la composición del Gobierno o en la Administración General. En contra, en definitiva, de la Constitución y la democracia.
Los que votan en contra de la paridad, son los mismos, exactamente los mismos, que firman pactos de la vergüenza para ostentar el poder a cambio de negar la violencia machista, la máxima expresión de las discriminaciones estructurales que sufrimos las mujeres por el simple hecho de ser mujeres. Cuatro mujeres y dos menores han sido asesinados en las últimas horas en nuestro país. Diecinueve mujeres y quince menores en seis meses.
Según la macroencuesta de violencia contra la mujer de 2019, cada día sufren violencia machista 1.025 mujeres en España, pero sólo denuncia el 21,7% de las agredidas. Mientras tanto, el PP mantiene los pactos de la vergüenza a costa del dolor y el sufrimiento de las mujeres.
No es casual. Son dos caras de la misma moneda. Mientras que la violencia es el último instrumento que tienen los machistas para mantener y perpetuar su poder, la política es la que tenemos las y los demócratas para alcanzar una sociedad justa y paritaria. No cejaremos hasta conseguirla.